WARÓ DANHIPAIWA
mato grosso, brasil. 2013
Después de la misión cumplida en Waró Ripá
tuvimos más once días de desafíos en el Proyecto TIBA’uwẽ. Viajamos una hora y
media hasta Waró Danhipaiwa, también conocida como Aldea Belém. Esa aldea
estaba pasando por un proceso diferente de Waró Ripá, en cuanto en una las
tradiciones se mantenían vivas gracias a la determinación del cacique Tsumené,
en esta existía un conflicto de culturas. Los ancianos, como el cacique
Tsito´ti, conservaban las tradiciones y los más jóvenes deseaban importar
costumbres de los “waradzu” (no-indígenas).
El hecho de tener luz eléctrica causaba cambios en
algunos comportamientos. Muchos A’uwẽ tenían televisión, celular, refrigerador,
eso fue fundamental para que esa ruptura con lo tradicional estuviese
aconteciendo. Con el refrigerador ellos estaban dejando a un lado la comida
saludable tradicional y dando poca importancia a los cultivos. Y con el consumo
de productos industrializados, veíamos la basura esparcida por todos lados,
algunas parte de la aldea estaban llenas de plástico, fierros y botellas. El
agua entubada que a primera vista era buena, estaba trayendo efectos
secundarios a la comunidad, debido a que su destino final no estaba siendo el
correcto. En algunas partes había canales de aguas grises, lo que indicaba
brotes potenciales de enfermedades.


Lo acordado fue la construcción del Centro Cultural Tsiwawẽ que sería un lugar para celebrar, confraternizar y reunir los saberes A’uwẽ. Traer de regreso ese sentimiento de pertenencia.
Después de una reunión con el colectivo, quedo decidido que el formato de la casa sería elíptico y que utilizaríamos las mismas materias primas que en Waró Ripá. La única diferente era la palma de buriti para colocar en las paredes laterales. El techo continuaría siendo responsabilidad de los A’uwẽ.



Los días de trabajo fueron intensos, pero el equipo estaba dispuesto y emocionado por materializar más un proyecto.

Durante nuestra estadía en Waró Danhipaiwa participamos del Irehi, ritual en el que los ancianos enseñan a los más jóvenes el arte de la guerra. Los hombres Tibanos se pintaron de urucum y carbón y participaron del ritual de pasaje lleno de cantos y danzas. Hoy en día los Irehi son también entrenados para proteger su territorio, teniendo en vista la expansión agrícola en la región y la presión policiaca del gobierno brasileño y de los sindicatos rurales.
La protección territorial y el arte de la guerra son fundamentales en la formación de los Irehi. A pesar de todos los problemas socioculturales de Waró Danhipaiwa, conseguimos hacer intercambios riquísimos de conocimientos y experiencias.

A pesar del duro trabajo, fue muy importante llevar la
construcción con tierra para los A’uwẽ. Ese conocimiento sobre la construcción
natural era esencial para ellos no depender de ningún programa de gobierno,
como el “Minha Casa, Minha Vida”, para construir sus casas. Los gastos
monetarios fueron bajísimos, gastamos solo en clavos para construir las
estructuras de madera y con diésel para el camión de la aldea poder transportar
la materia prima.
Conseguimos finalizar la casa y el último día hicimos una
fiesta y celebramos con un jugo de futbol, almuerzo colectivo, mucha danza y
cantos alrededor del Centro Cultural Tsiwawẽ. Tener esa sensibilidad de
percibir nuestro distanciamiento con la Madre Tierra fue nuestro mayor reto
para intentar una reconexión con la naturaleza y especialmente con un Brasil
olvidado por muchos.